jueves, 27 de julio de 2023

 

Alejandro Bekes

 

Cinco poemas

de Un oráculo de agua

 

 


 

Peligrosa hermosura

 

Peligrosa hermosura en el oeste:

la rodajita de la luna nueva

con una estrella abajo, que palpita

y calla. Fuego azul que nadie mira.

 

Peligrosa hermosura en el poniente,

corazón de la noche que palpita

y habla a la rotación de la ancha esfera

por lo que nacerá tal vez mañana,

 

de la fuente que oscura siempre mana,

hija de tu silencio y de mi espera.

 

*

 

Remanso

 

Un remanso en la furia del verano,

la enredadera verde y amarilla,

un susurrar de abejas en la parra

que acaso sea solamente el viento,

el juego de los gatos saltarines

y, cuando alzo los ojos, una rama

que el sol último aviva

y en que maduran, altos, los pomelos.

 

Nada quisiera más que estar acá,

donde estoy, esperándote,

oyendo este sonido leve, leve,

que hace la vida, el tiempo, cuando pasa,

sin sentirse, en el patio de la casa.

 

2013

 

*

 

Fogata

 

Lejos se oyen las tristes

canciones de la tarde.

 

Con ramitas resecas,

papel muerto, virutas,

cortezas y raíces

olvidadas, yo enciendo

una fogata mínima

en mi patio callado.

 

Tizones del tamaño

de un grano de mostaza.

Corre el viento y la apaga.

La soplo: reaparece.

 

Ladridos y canciones

ya lejos. Cae la tarde.

Yo vigilo mi hoguera:

humo que arde en los ojos

y la indecisa luz

de la infancia del fuego.

 

*

 

A sí mismo

 

En la felicidad más pura y simple

se consumieron estos doce años

y no advertiste cuánto envejecías.

 

Ahora aturde el silencio:

un silencio que nunca

pudiste imaginar, en este campo

de muerte que ha dejado

el súbito huracán de la desgracia.

 

Hay sol afuera, hay verdes que retornan;

hay, incluso, algún pájaro en su rama.

Nada te anuncia ya la primavera

inminente. No obstante

debes sobrevivir a tu derrota;

debes sobrevivir: tal es el viejo

y único imperativo categórico.

 

No sabes cuánto tiempo has de llorar

todavía el perdido paraíso,

tu paraíso, donde estaba Eva.

 

De lo demás no es dueño tu albedrío.

Espera. No hay camino.

No hay eco ni señal. Espera. Espera.

 

*

 

Lo intraducible

 

Hermosa es la palabra toronjil,

que en árabe es “la hierba de la abeja”,

y la palabra cóndor,

que en quechua se oye qúntur.

Y la palabra góndola italiana,

la griega Antares, la latina pulso.

Y es insondable la palabra noche,

que en castellano quiere decir “noche”:

el estrellado azul, la suave luna,

la esperanza, el destino,

la alta meditación del que medita

y tu vida desnuda entre mis brazos.

 

Alejandro Bekes

 

[De Un oráculo de agua,

Editorial Brujas, Col. “Fénix”, Córdoba, 2023]


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