domingo, 3 de octubre de 2010

Alejandro Nicotra

Cuaderno abierto




NOCHE Y DIA


1

Se ha levantado, a mitad de la noche.

―En los vidrios, hay astros
y un espectro lunar,
como restos de un sueño…

Él duda, entre dos sombras.

Pero todo lo borra, en la luz de la lámpara,
un flotante desierto.

2

Casi un símbolo, del cielo de sequía
cae la luz en polvo.

―Erial de la hora:

la flor que nace
aspira ya su muerte.―

Como si un dios abandonara el mundo;
o en las cimas, la nieve
y el azul, se extinguiesen.


*


PRESENCIA


Aún real en la ronda de las cuatro estaciones,
vuelve y vuelve tu hora
―o flor, o fruto, u hoja seca, o escarcha―:

tu memoria, hecha mundo;
su materia, que pesa todavía en mi mano.


*


ESTANCIAS


1. Arco

Viene hacia mí.

Como la noche, invisible en la luz.
Con el susurro de los árboles muertos
o de los pájaros que emigran
a un vago sur.
Parecido a las páginas
de las horas no escritas.

Y hacia ti va.

Por los intersticios,
por las grietas del día.


2. Plaza

El árbol-danzante y el árbol-espectro,
la fuente que reza,
y las lámparas sobre un cielo de invierno:
tu plaza, íntima y pública.

Ahí escuchas, en su voz, la ciudad,
no como un grito sino como un susurro:
hablándote.

Palabras, sabes, que le dicta la noche
―veladas, como ella―
y que quiere el poema.


3. Ahora que tu fantasma…

Ahora que tu fantasma ha dejado los cuartos
claros de la memoria
―tu sombra matinal, como el deseo―,
¿será, su estrofa,
rosa de nadie? Sin destino,
¿describirá al caer, sílaba a sílaba,
el seco círculo,
la forma yerta, de mi tiempo?


4. Dictado

Aquel cuarto, que rueda con el día
y la noche,
alto sobre la ciudad,
como un planeta sin nadie
―o sin designio:

ahí tu muerte, que ha cerrado la puerta;
tu palabra, que llama
a su vacío.


5. A un poeta, in memoriam

Tú no probaste
la escala del jardín, sus declives: la hora
blanca del sol o negra de la luna
fueron tu herida.

Tú no sufriste
la ambigua claridad, la mancha húmeda
que es el aire, aquí abajo.
Terraza alta, seca ―que compartimos:
allí quedaste.


6. Pieza de hotel

Da la espalda a las calles
―sus manchas,
sus aristas―
y es toda blanco azogue
ahora,
la noche.
(Aquí, en esta claridad clausurada,
donde se abisma
―como en un agua quieta―
una última sombra.)


*


EL MENSAJE

Aún la oyes cantar y barrer.
Cantar, ignorándolo, la luz de su jardín;
barrer las hojas secas.

Cantar y barrer.

(Vibración, allá afuera, de una única cuerda
―ella, arquero con los ojos vendados―,
que ha dado aquí en el blanco.)


*


VA A NEVAR

La verás.
Sobre el árbol sin hoja,
sobre el cauce seco.

Posándose
―es tu ave de invierno―

como un silencio sobre otro silencio,
eterna y puntual.


*


PREGUNTAS RETÓRICAS

(Jardín)

¿A quién atormenta la buganvilia violácea
con su cuerpo profuso y sus garfios de hembra?
¿De qué noche ha llorado el jazmín
su vía angélica, descendida
pena tras pena?
¿Cuál es el corazón que entrega el granado
al diente agridulce de la sed?
¿A quién finge el laurel, rosa y hierro,
mesura clásica
bajo el cielo?
¿De qué día imposible expone el sol
la retama amarilla,
tu Amarylis?


*


MOMENTO DE RILKE

(Fotografía y “Cuartetas valesanas”)

La torre de Muzot
abierta al valle­―

más allá de las viñas,
y del ir y venir de los rastrillos,
parecida a otro monte, la tormenta―:

tú miras como el dios
hace del sol un vino, una muchacha
del agua aérea en la cascada…

Abierto al puro espacio
y la estación.


*


MÁRGENES


1. Rima, junto al mar

Asonancia,
beso de Bécquer a la sombra
(o murmullo que se pierde en tu noche,
onda tras onda).


2. Collioure
“…estos días azules y este sol de la infancia”
A.M.

Aquí, a la edad
que es anuncio de ceniza en los párpados
volviste a ver
virgen la luz ―espumas,
velas felices del Mediterráneo―
que ya se iba:
aquí, tu luz, primera y última,
como en tu sueño de Sevilla
un día.


*


ARTE POÉTICA


1. Celda

Monstruos y mariposas
de la lámpara:
sombras por el cuarto encalado.
He ahí la poesía
de tu hado.
(Su realidad, tu inexistencia.)

Manchas anónimas, sobre el papel desierto;
sobre la noche en blanco.


2. Noche

Digo tu cuerpo con las manos
―como en voz baja,
como el que sueña en su noche carnal
una luna tangible:
y se alza, poesía del tacto,
al espacio de los ojos cerrados,
desde la informe oscuridad,
―égloga, himno, epitalamio―
su clara efigie.


3. Imagen

Eres como la poesía
que nunca escribiré. Indecible,
te vestí, sin embargo, de palabras iguales a la noche,
puse en tu mano el anillo de un adiós.

Pero es desnuda como me acompañas.


*


AZIMUT


De mí a ti, el arco
de casi toda una existencia.
Horas en sombra,
horas en claro.
(Días, noches escritas:
pulso y letra.)
Ahora tu nombre se parece
al de mi muerte. Cuerpo
celeste, contemplado
desde un cuerpo de tierra.



[De: Alejandro Nicotra, Cuaderno abierto,
Ediciones del Copista, Col. "Fénix", Córdoba, 2000]

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