Alejandro Bekes
Cinco poemas
de Un oráculo de
agua
Peligrosa hermosura
Peligrosa
hermosura en el oeste:
la
rodajita de la luna nueva
con
una estrella abajo, que palpita
y
calla. Fuego azul que nadie mira.
Peligrosa
hermosura en el poniente,
corazón
de la noche que palpita
y
habla a la rotación de la ancha esfera
por
lo que nacerá tal vez mañana,
de
la fuente que oscura siempre mana,
hija
de tu silencio y de mi espera.
*
Remanso
Un
remanso en la furia del verano,
la
enredadera verde y amarilla,
un
susurrar de abejas en la parra
que
acaso sea solamente el viento,
el
juego de los gatos saltarines
y,
cuando alzo los ojos, una rama
que
el sol último aviva
y
en que maduran, altos, los pomelos.
Nada
quisiera más que estar acá,
donde
estoy, esperándote,
oyendo
este sonido leve, leve,
que
hace la vida, el tiempo, cuando pasa,
sin
sentirse, en el patio de la casa.
2013
*
Fogata
Lejos
se oyen las tristes
canciones
de la tarde.
Con
ramitas resecas,
papel
muerto, virutas,
cortezas
y raíces
olvidadas,
yo enciendo
una
fogata mínima
en
mi patio callado.
Tizones
del tamaño
de
un grano de mostaza.
Corre
el viento y la apaga.
La
soplo: reaparece.
Ladridos
y canciones
ya
lejos. Cae la tarde.
Yo
vigilo mi hoguera:
humo
que arde en los ojos
y
la indecisa luz
de
la infancia del fuego.
*
A sí mismo
En
la felicidad más pura y simple
se
consumieron estos doce años
y
no advertiste cuánto envejecías.
Ahora
aturde el silencio:
un
silencio que nunca
pudiste
imaginar, en este campo
de
muerte que ha dejado
el
súbito huracán de la desgracia.
Hay
sol afuera, hay verdes que retornan;
hay,
incluso, algún pájaro en su rama.
Nada
te anuncia ya la primavera
inminente.
No obstante
debes
sobrevivir a tu derrota;
debes
sobrevivir: tal es el viejo
y
único imperativo categórico.
No
sabes cuánto tiempo has de llorar
todavía
el perdido paraíso,
tu
paraíso, donde estaba Eva.
De
lo demás no es dueño tu albedrío.
Espera.
No hay camino.
No
hay eco ni señal. Espera. Espera.
*
Lo intraducible
Hermosa
es la palabra toronjil,
que
en árabe es “la hierba de la abeja”,
y
la palabra cóndor,
que
en quechua se oye qúntur.
Y
la palabra góndola italiana,
la
griega Antares, la latina pulso.
Y
es insondable la palabra noche,
que
en castellano quiere decir “noche”:
el
estrellado azul, la suave luna,
la
esperanza, el destino,
la
alta meditación del que medita
y
tu vida desnuda entre mis brazos.
Alejandro Bekes
[De
Un oráculo de agua,
Editorial
Brujas, Col. “Fénix”, Córdoba, 2023]